OTOÑO...¡POR FIN!

16.10.14


¡Que no cunda el pánico! El otoño llegó hace casi un mes... No hemos viajado en el tiempo, nada más lejos. Simplemente hoy, como perfectamente habría podido ser otro día, me apetece contaros esto.

Ahora que empezamos a conocernos, os confesaré que nos encontramos en mi estación favorita. ¡Me encanta el otoño! 

Reconozco el encanto del invierno (¡nieveee!¡Navidad!), la primavera (¡flores,flores, flores y tonos pastel!) y del verano (vacaciones aunque trabajes, terrazas, tinto de verano, limonada, ropa ligera,  más terrazas, pieles doradas, brisa del mar, castillos de arena...) Pero el otoño me tiene robado el corazón. 

Tras la mirada atónita de muchos de los que me leéis, os daré mis razones.

Me encanta el frío que te da en la cara y te despierta todas las mañanas cuando sales de casa. Ni cafeína, ni teína ni nada de eso...¡Un buen chute de aire frío! 

Las sopitas de mamá, crema de calabaza... Cualquier plato de cuchara... Puro amor.

¿Y qué me dices de una taza humeante de chocolate? (y si se acompañan de unos buenos churros no te quiero contar...)




La belleza y magnificencia del manto en todas las tonalidades ocres posibles, que cubre cada espacio de naturaleza, por mínimo que sea. (Sí, a veces con verde, pero entonces descubriremos que que combinan a la perfección).




No se porque para los fríos que se avecinan me chifla el tartán (casualidad que contenga desde los ocres más rojizos hasta los más amarillentos con verde). No me importa si es en un edredón, o la mantita que hay en el sofá, o una chaqueta, una camisa... el caso es que haya esos cuadritos  . 



Y entonces la imaginación se me va a una casa en la montaña, con muebles rústicos, paredes de piedra, un sofá (o dos), una manta con mi estampado favorito y que tan detalladamente os he explicado en el punto anterior, y una chimenea de leña(no me gustan las modernidades que se sugieren en los tiempos modernos en los que vivimos) encendida. Estoy totalmente segura de que un ser divino tuvo que inventarla (la chimenea). La calidez de su luz y el ambiente hogareño que crea es para mi excepcional.



Pocos placeres son comparables al estar bien calentito bajo una manta (con la chimenea ya sería el súmmun) mientras ahí fuera hay temporal. Súmale que encima esté lloviendo y poder escuchar como las gotas chocan con la ventana. El paraíso no puede estar muy lejos.

Y por último pero no menos importante... ¡Los charcos! por supuesto enfundada en unas buenas botas de agua. Poder saltar sobre ellos atravesarlos, ir por donde otros no pasan porque "se manchan" o "mojan"... Es una sensación que todos deberíais probar si aún no lo habéis hecho (y tenéis mas de 10 años).
Volver a sentirse niño aunque sea por pocos segundos, no tiene precio.



De modo que en contra de lo que pudiera parecer por los termómetros, o los mapas de isobaras con sus correspondientes borrascas, o frentes polares que nos llegan de a saber que parte del mundo, no hay estación más cálida que el otoño. 

Esa calidez que nada tiene que ver con las temperaturas, la calidez que te da el entorno, la calidez que te da compartir momentos a la luz de una chimenea, la calidez de dos corazones bajo la misma manta... El otoño es época de renovarse, como lo hacen los árboles que desprenden sus hojas secas, para que otras nuevas florezcan un par de estaciones más tarde. 



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