Me dirijo al autobus, caminando a paso ligero, (las prisas del día a día) pero algo me detiene.
Como dije en esta entrada, existen personas que con las ganas de agradar a una persona en concreto, consiguen hacer volar a la imaginación de muchos otros y contentar a otros tantos.
Años después de que esos mensajes fueran escritos, a penas queda tinta legible, para comprender el comunicado.
Las prisas de mi cabeza desaparecen y la calma de mi imaginación comienza a reinar.
No hay huellas perennes. Para bien o para mal, nada dura eternamente. Ni la tinta más resistente, ni las mayores ganas, oponen resistencia a la fuerza del paso del tiempo.
Todo acaba pasando con el transcurrir de los momentos...
Y es que el tiempo es como el mar, trae a la orilla lo que encuentra a su paso, pero tarde o temprano se lo lleva y lo devuelve a su más oscura profundidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tu comentario .