Me quedé ojiplática ante semejante acontecimiento... Lo pienso y aun me cuesta asimilar la situación. Es más estoy por dejaros con la intriga hasta el final, pero bueno, no me andaré con jueguecitos enigmáticos.
Señoras y señores:
¡¡UN CHARCO!! Sí, sí, has leido bien, un charco. Según la real academia: "agua, u otro líquido, detenida en un hoyo o cavidad de la tierra o piso".
No pude evitar reirme y por supuesto, y gracias a mis super botas de agua, arrancarme a andar cual mesías sobre las aguas del mar muerto.
Superado el obstáculo, comencé a sentirme como más ligera. No se...
Está anécdota tan tonta, puede extrapolarse tranquilamente a la vida en todas sus facetas. El charco son las trabas que nos complican un poco la existencia, y las botas son el coraje que nos permite caminar a pesar de los pesares y por supuesto el sentimiento de caminar con menos cargas es innengable.
Muchas veces miramos para otro lado, muchas veces vivimos demasiado deprisa, sin tomar conciencia por miedo a esos charcos. Pero mi consejo es que no importa tomarse su tiempo, vivir despacio, pensar hacia dentro para lograr vivir en paz por dentro y por fuera.
Cógete unas buenas katiuskas y métete de lleno, no pienses tanto en lo que vas a ensuciarte y céntrate en lo que te espera al otro lado.
Y es que:
"Enfundada en unas buenas botas de agua, estoy segura de que no hay charco que se te resista".
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